domingo, 11 de mayo de 2014

Domingo 1. Destino Nombrevilla

La primera vez que pensé en crear #domingosporaragon me sembraban mil dudas de como podría funcionar. Ir a pueblos que no conoces, interactuar con personas que pueden sentirse incomodas con tu presencia o romper el silencio tan aceptado de algunos enclaves casi desconocidos.

Hoy, en compañía de los infatigables Guillermo Mayayo y Carlos Arnas, nos hemos lanzado a por Nombrevilla.

Nombrevilla es una población de 38 habitantes, situada a 5km de Daroca. Su termino municipal es de 17km2 y sus vecinos nombrevillenses.

Nombrevilla para mi iba a ser una plaza especial, pues hoy, con suerte, nos encontraríamos con mi paisano azuarino Manuel Fleta, un maestro en cuanto a historia de Azuara y Daroca se refiere. Las expectativas cumplidas. Entre Manuel y José Lafuente, alcalde del municipio, hemos tenido los mejores guías turísticos posibles. Personas entregadas, volcadas y comprometidas, cada una a su modo, con el pasado, presente y futuro del territorio.

Manuel nos ha mostrado la Iglesia de la Transfiguración del Señor, un templo del s.XVII con varios retablos en su interior de los siglos XVII al XIX. Destacando el de la Virgen de Valvanera, patrona nombrevillense. Un templo espectacular que atraviesa un delicado estado de conservación pero que no deja mal sabor de boca a nadie que lo pise.


Solo los pocos afortunados que se atrevan a preguntar por Manuel descubrirán lo que para su deleite, y del que pregunte, guarda en su casa. Una increíble exposición con aperos y útiles de trabajo con mas de 200 piezas que abarca desde trillos hasta facinos y fales ¡y está ahí! sin entradas ni guías, solo con el mimo y el espíritu de Manuel, una de esas personas que merece la pena conocer en la vida. Para hacer gala de su hospitalidad nos ha subido a su cueva "eremita" donde nos ha invitado a un buen vermut y almendras de la zona que solo su buena compañía y la de José Lafuente podían complementar. 

Tras comer en el club social de Nombrevilla José ha recogido el guante de Manuel y nos ha enseñado las ultimas obras del pueblo. Ha compartido con nosotros su experiencia y preocupaciones como alcalde. Hay que comprender que los alcaldes que viven día a día defendiendo los derechos de municipios tan pequeños son los mejores valedores de esa política con espíritu de servicio a sus vecinos. Pues no tienen sueldo y cuanto mas pequeño es un municipio mas complicado es el trabajo. 

No nos podíamos ir sin ver la recién restaurada ermita de la Virgen del Rosario y el espectacular mirador desde el que se contempla toda la zona a varios kilómetros a la redonda.

Peirones, lavaderos, casas señoriales y templos envidiables. Pero si tengo que quedarme con algo del día de hoy es, sin duda alguna, con la espectacular amabilidad de los vecinos de un pueblo que se resiste a desaparecer en el tiempo.

No tardaremos en volver a recoger a Manuel y que nos de una, seguro apasionante, lección sobre Daroca.